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MICROCREDITOS, MACROENGAÑOS

Cuando la pobreza se vuelve negocio

En los últimos años, Compartamos Banco y otras instituciones parecidas han llegado a nuestras comunidades diciendo que ayudan a la gente a “salir adelante”. Dicen que sus préstamos sirven para empezar un negocio o mejorar la vida de las familias. Pero en realidad, viven de la necesidad del pueblo.

Los llamados “microcréditos” no son ayuda, son una forma de hacer negocio con la pobreza. Prestan poquito dinero, pero cobran intereses muy altos. A veces las personas terminan pagando el doble o el triple de lo que pidieron. Así, en lugar de ayudar, solo hacen que la gente se endeude más.

La trampa de los préstamos

Muchas compañeras han confiado en estos bancos porque necesitan dinero para salir de sus preocupaciones o para inversiones. Pero después de un tiempo se dan cuenta de que el préstamo ya no es alivio, sino una carga. Cada semana hay que pagar, y si no se paga, vienen las presiones, llamadas de amenaza fisica y la preocupaciónes. El capitalismo se aprovecha de la necesidad. Hace creer que el problema es que “no trabajamos lo suficiente”, cuando en realidad el problema es que el sistema está hecho para que el pueblo nunca salga adelante.

Los gobiernos también son parte del problema

Mientras el pueblo se endeuda, el gobierno no hace nada. Permite que estos bancos sigan funcionando sin mayor control. Les llaman “inclusión financiera”, pero el verdadero objetivo sigue siendo el de enriquecer a la clase burguesa.

Si el gobierno tuviera un verdadero interés en ayudar al pueblo, apoyaría la creación de cooperativas o sistemas comunitarios, donde la gente pudiera organizarse entre sí sin intereses ni trampas. En nuestras comunidades sabemos que hay otra forma de hacerlo. Varias compañeras y compañeros han caído en los préstamos de Compartamos Banco, pero también hemos aprendido que no necesitamos a esos bancos para vivir con dignidad.

Dentro de la organización tenemos nuestro propio sistema de ahorro y préstamo: la talega. No hay amenazas ni engaños, pues se trata de un fondo común donde cada quien aporta y, cuando alguien necesita apoyo, puede pedir un préstamo con la tranquilidad de que no existira el abuso del que las instituciones bancarias estan muy acostumbradas a hacer.

Así demostramos que sí es posible tener una economía diferente, una que se base en la solidaridad, la ayuda mutua y el respeto.

Ningún banco va a resolver nuestros problemas. La salida solo está en un pueblo organizado.

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